miércoles, 12 de marzo de 2008

fútbol - ¿Qué cobrás?

Parece ser que los referís no están del todo enchufados y que los asistentes y el cuarto árbitro son espectadores de lujo de este fútbol argentino tan golpeado, el cual no sólo tiene que lidiar con el éxodo de sus jóvenes talentos sino que ahora padece de una evidente deficiencia en su plantel arbitral.

Lo que verdaderamente llama la atención es que algunos de los árbitros que tuvieron un mal desempeño en la última fecha vayan a ser advertidos o sancionados en consecuencia.

A pesar de esto, vemos cómo dos jugadores, en este caso Juan Sebastián Verón de Estudiantes y Danilo Gerlo de River, son citados a declarar ante el tribunal de disciplina por una confrontación en el círculo central luego de pitado el final del encuentro. La cuestión en este caso es: ¿Sólo los futbolistas merecen que la justicia del tribunal recaiga sobre ellos? ¿Hasta cuándo la falta de profesionalismo de los colegiados argentinos? ¿Qué solución podrá acercar la Dirección de Formación Arbitral dirigida por el retirado Horacio Elizondo?

Las Pruebas irrefutables de este hecho se verán plasmadas en los resúmenes deportivos que se observan en TV, pero un sintético análisis de la fecha fundamentará un poco de qué estamos hablando.

Juan Pablo Pompei dirigió mal en el Racing-San Lorenzo del viernes, a pesar de la correcta expulsión del delantero de la Academia, Erwin Avalos, luego se opacó por la sanción de faltas inexistentes, los once jugadores apresuradamente amonestados y la pérdida de tiempo en contacto verbal con los quejosos jugadores de ambos equipos.

En el caso de Diego Abal, que estuvo a cargo de Vélez Sarsfield-Newell´s, estamos ante de la peor labor de la fecha, ya que con el partido en tablas sancionó una infracción sobre Damián Escudero un metro fuera del área como penal. El remate desde los doce pasos fue convertido por Lionel Ríos, que tuvo que ejecutarlo dos veces por invasión. Este error fue rotundo ya que determinó el resultado final. En el segundo período se dedicó sólo a cobrar infracciones fabricadas por los hábiles artistas-futbolistas, y no sancionó una falta sobre un delantero del equipo rosarino dentro del área grande.

Ese mismo sábado se enfrentaron Argentinos Juniors y Huracán en el estadio Diego Armando Maradona y el árbitro designado fue Gabriel Brazenas, un viejo conocido en el fútbol argentino, y cometió errores muy graves que influyeron drásticamente con el desarrollo final del juego. Anuló un gol por un supuesto e incorrecto off-side de Andrés Franzoia apoyado en su asistente Gustavo Esquivel y, luego de un primer tiempo en el que dejó pegar (lo cual terminó con Milovan Mirosevic fuera del campo, lesionado, gracias a una dura infracción de Carlos Arano), expulsó, en el segundo período, a Álvaro Pereira por una falta que merecía una simple amarilla.

Para Tigre-Olimpo, el árbitro fue Rafael Sabino, un amante de las tarjetas fáciles por faltas leves o inexistentes. El domingo se jugó un clásico como es Boca-Independiente, y esta vez la ineficiencia vino de la mano de Héctor Baldassi y sus asistentes. Los errores más relevantes del cordobés fueron definitivamente un penal clarísimo de Guillermo Rodríguez, defensor del Rojo, que detuvo un remate de Riquelme con las manos, y la falta de severidad en varias situaciones, como la dura infracción de Sebastián Battaglia sobre Montenegro.

En Arsenal-Gimnasia de Jujuy, el árbitro Pablo Lunati la pasó mal, silbado, insultado y hasta amenazado por un entrenador. Lunati tuvo una regular actuación durante los 90 minutos y su error podría estar en la sanción del penal para el equipo de Sarandí en el último minuto de juego.

Pero no todos los arbitrajes fueron malos o del todo malos en la quinta fecha del fútbol argentino, Sergio Pezzotta dirigió correctamente un complicado Estudiantes- River Plate, Gustavo Bassi no dirigió mal un San Martín de San Juan-Gimnasia de La Plata duro gracias al Promedio, Gabriel Favale no fue exigido y hasta fue opacado por la gran goleada de Banfield sobre Lanús en el clásico del Sur del Gran Buenos Aires, y finalmente Javier Collado, en un Rosario Central-Colón plagado de fricciones y carente de calidad, no erró tanto.

Aldo Acosta

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