El francés Jo-Wilfried Tsonga y el serbio Novak Djokovic dejaron afuera a los favoritos de siempre para demostrarle al ambiente del tenis que los de atrás tienen hambre de gloria. Una última instancia que estuvo a la altura de las circunstancias consagró a Djokovic como el mejor en el comienzo del 2008, instalando en los espectadores la tranquilidad del saber que existen muchos más de dos jugadores trascendentales en el actual circuito mundial.
Sebastián Louge
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